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Breve relatoría del Coloquio “¿De quién es el
patrimonio?”
Nadín Ospina. nadinospina@yahoo.com
El 20 de febrero de 2014 se llevó a cabo en el Museo Nacional en Bogotá el Coloquio Internacional ¿De quién es el Patrimonio? a propósito de la fallida exposición “El silencio de los ídolos, una evocación de la cultura agustiniana”, organizado por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia -ICANH. Con nutrida asistencia, de mayoritario perfil joven e invitados indudablemente importantes, encabezados por el
arqueólogo peruano Walter Alva, descubridor de la tumba del Señor de Sipán. Interesante, con puntos de vista diversos y sobre todo el
primer paso en la discusión de un tema fundamental ¿De quién es el patrimonio? Quizás demasiado diplomática la posición de los más
liberales y francamente retrograda y autoritarista la posición de los más
conservadores.
En la intervención de Juan Luis Isaza, director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, se deja en
claro una de la posiciones mas radicales, abiertamente conducida a generar una
opinión adversa a la actuación de los habitantes de San Agustín que impidieron
la salida y traslado de las esculturas a Bogotá. Se achaca el fracaso, aparte de disputas
conceptuales y metodológicas, a pugnacidades y oportunismo político. La frase clave: “La apropiación social puede llegar a ser
peligrosa”. Peligrosa opinión (digo yo). Fabián Sanabria, director del ICANH, alaba la altísima tecnología de la
exposición y el riguroso protocolo
del proceso, omitiendo contar el daño hecho a las esculturas en el precario y
anti técnico proceso de desmonte.
Se plantea un punto crucial, la preeminencia y brillo
intelectual, científico y social de la capital frente a la precariedad y
aislamiento infranqueable de San Agustín. Bogotá está cerca, San Agustín lejos.
Parece plantearse que todos los colombianos viven en Bogotá y como San Agustín
está fuera del alcance de todos, debe trasladarse San Agustín a Bogotá en lugar
de que los colombianos y los ciudadanos del mundo se trasladen a San Agustín.
Inés Pazmiño del Ecuador, en una de las más interesantes
intervenciones, relata la fascinante historia del “Rapto de San Biritute” un monolito prehispánico hallado
en la comuna de Sacachún (Ecuador), que fue “raptado” de forma institucional y
llevado “cautivo” en 1952 a Guayaquil. La comunidad, que ve en la figura
antropomorfa una representación con atributos fertilizadores y capacidad de
convocar las lluvias, se levanta de manera decidida en un prolongado proceso de
restitución que culmina en el emocional retorno de la escultura el 16 de julio
de 2011. Pazmiño plantea conceptos fundamentales como:
• El reconocimiento de los “Territorios ancestrales”.
• La indivisible relación naturaleza y cultura.
• La importancia de establecer una conciencia del patrimonio
en las regiones y el sentimiento de identidad en las comunidades depositarias
del patrimonio cultural y el estímulo como salvaguardias del mismo.
• El reconocimiento de la Sociedad Civil como agente de
apropiación y valoración.
El mexicano Eduardo Merlo, en una simpática exposición, suelta entre sus frases que todo este
insuceso es achacable a que los políticos “alborotaron la gallera”, a que los burócratas solo buscan su
“relumbrón” y al “saqueo de los museos”.
Manuel Rodríguez, exministro del medio ambiente de Colombia, plantea la unicidad entre Patrimonio
Cultural y Patrimonio Natural y se hace la pregunta: ¿qué hizo que no se
pudiesen traer las esculturas de San Agustín en esta oportunidad y si en otras
ocasiones? La respuesta según el doctor Rodríguez es contundente: Esto obedece
al empoderamiento de la Sociedad Civil y la Democracia Participativa.
Dice Rodríguez que los Parques Nacionales deben ser manejados desde la óptica de que están
conformados por ámbitos de naturaleza y cultura.
En una aguda
referencia el exministro se refiere al eufemismo que conforma el concepto
administrativo de “Saneamiento de los parques”, es decir el desplazamiento de
las comunidades fuera de estos ámbitos naturales como una criminal política de
Estado, y plantea el
concepto de “Parques con la Gente”, remarcando las responsabilidades que deben
tener estas comunidades en el cuidado y preservación de la naturaleza y el
patrimonio.
Un interesante
ejemplo es el litigio de las comunidades del Parque Apaporis en contra de la
minería que ha logrado detener el inminente daño de esta reserva ecológica.
Rodríguez anota que los derechos territoriales y culturales así como los saberes tradicionales son
de las comunidades. De esta manera se convierte en un imperativo de cualquier
proyecto la “Consulta Previa” máxime en los lugares considerados sagrados por
las comunidades. No hacer consultas previas significa una abierta violación a
los derechos de las comunidades. A su vez es una obligación de las comunidades
la salvaguardia de este patrimonio, lo que en muchos casos implica la
Resistencia Ciudadana, poniendo como ejemplo la confrontación exitosa de la
comunidad de Villa de Leyva frente a las petroleras.
La sociedad civil,
dice Rodríguez, esta impelida a generar grupos de auto organización y, afirma, que en el caso de San
Agustín se detecta un desbordamiento de estas facultades comunitarias debido a
la falta de regulación y de consulta eficaz.
El estado debería
tener toda la potestad para proponer el manejo del patrimonio pero la última
palabra siempre será de las comunidades.
A continuación
tomó la palabra el profesor mejicano Francisco
Javier López Morales. Se refiere directamente al caso de San
Agustín y dice que en su opinión lo ocurrido es el síntoma de una “Emergencia Cultural” y el fracaso de un
plan de gestión. López Morales insiste en la indispensable participación de las
comunidades definiéndolas como el “Patrimonio
Vivo” que se asocia indivisiblemente a los bienes culturales y naturales.
Plantea dos interesantes casos con finales sorprendentes:
El primero es el de la tumba 7 de Montalbán en Oaxaca, perteneciente a la
cultura Mixteca, descubierta en 1932 y célebre porque en su interior se
encontró la mayor cantidad de objetos mesoamericanos hallados hasta la fecha.
Varias piezas de la tumba fueron objeto de apropiación por parte de diversos
museos no pertenecientes a la región. Una querella fue instaurada por la
comunidad y en un fallo predecible el juez dictaminó que las piezas permaneciesen
en los museos centralistas pues Oaxaca no contaba con un espacio idóneo. Un
movimiento de conciencia científica se gestó en este caso y de común acuerdo,
pese al fallo, la mayoría de los museos, menos el Museo de Antropología del
D.F. devolvieron gran parte el tesoro Mixteca a Oaxaca, mismo que hoy reposa en al Centro Cultural de Santo Domingo en
la ciudad de Oaxaca.
El segundo caso, el del pueblo Pápago, habitantes de la frontera México-Estados Unidos que en un gesto de
generosidad y conciencia la comunidad estadounidense Pápago decidió regalar a
sus pares de México un inmenso legado de incalculable valor. El pueblo Pápago
méxicano agradeció el gesto e inmediatamente envió las piezas al D.F.
Dos casos singulares que ilustran las complejidades de la pregunta ¿de
quién es el patrimonio?
La intervención
de la española María Luisa Cerrillos fue la más ajustada al guión oficial del
ICANH frente a este suceso. Su disquisición, un rosario de expresiones
desconsideradas e insultantes para con la comunidad de San Agustín. Su tesis: “El
patrimonio es conocimiento y por lo tanto es de todos y debe ser compartido”.
La actitud de los
pobladores de San Agustín es calificada de egoísta al impedir la difusión del
conocimiento.
Cerrillos
califica de “intereses bastardos” los que mueven la actitud de los activistas
de San Agustín y la no salida de las obra “un despilfarro inaceptable”. La
perla de la intervención de Cerrillos es el “regaño” al ICAHN, indicando que se
dejó “torcer el brazo” y que ha debido ejercer con todo el peso su autoridad.
En mi opinión un
comentario ligero y totalmente ignorante de la cruenta realidad del país y de
la verdadera historia de este patético episodio en el que el ICANH sí intentó
ejercer una acción autoritaria, incluso con apoyo militar, pero la comunidad
empoderada en su autoridad como etnia y como guardianes del patrimonio opuso
férrea resistencia.
Para finalizar
tuvimos la oportunidad de escuchar de manera extensa la presentación de la
“estrella” del evento, con todo mérito, el arqueólogo Walter Alva.
Realmente su
exposición es tan interesante, minuciosa y pedagógica que merecería un espacio
aparte.
La extensión de
la exposición de Alva, enfocada en la relatoría de su descubrimiento, hizo
descentrar la discusión sobre el tema de San Agustín. Sin embargo es tan
poderoso y correcto el proceder de su metodología que de ella se deducen
enseñanzas importantísimas para nuestro caso, como la participación de la
comunidad en la preservación del patrimonio y el cuidado de las instituciones
por respetar el derecho de las gentes a su apropiación cultural fomentando la
creación de un importante museo local al que turistas del mundo entero van en peregrinación, el Museo de Sipán en Lambayeque, Perú.
Finaliza el
evento con la somera respuesta a unas poquísimas preguntas hechas por escrito y
filtradas por los organizadores.
Nunca hubo una
participación del público, ni la posibilidad de confrontar al doctor Sanabria,
director del ICANH y artífice de este despropósito, que permaneció hundido
indolentemente en una silla de primera fila y de espaldas al público.
Queda la amarga
sensación de un evento académico, con interesantes e incluso brillantes
participaciones pero desaprovechado por la falta de diálogo y la no
participación de los verdaderos protagonistas: las estatuas de San Agustín y
sus guardianes (la comunidad). La típica y reiterada actitud del ICANH, la ausencia de comunicación.
Autismo oficialista.
De la
participación de los ponentes cabe rescatar estas ideas:
• La importancia del reconocimiento de los “Territorios
ancestrales”.
• La necesaria claridad conceptual desde los entes estatales
sobre la indivisible relación naturaleza y cultura.
• La importancia de establecer una conciencia en las regiones
y el fomento del sentimiento de identidad en las comunidades depositarias del
patrimonio cultural y el estímulo
como salvaguardias del mismo.
• El reconocimiento de la Sociedad Civil como agente de
apropiación y valoración.
• La urgencia del desarrollo del concepto de
“Parques con la Gente”, remarcando las responsabilidades que deben tener estas
comunidades en el cuidado y preservación de la naturaleza y el patrimonio.
• La importancia de
la conciliación con las comunidades en todo proceso y la declaración de que
SIEMPRE ellas son las que tienen la última palabra.
• El ICANH debería
tomar atenta nota de estas recomendaciones y abandonar la arrogante posición
autoritaria que a campeado en la gestión de su actual director.
• Jamás el ICANH se
ha planteado: “si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña”.
¿No será el “despilfarro
inaceptable”, al que alude la señora Cerrillos, la pomposa e inútil exposición del Museo Nacional, que costó cientos de millones de pesos, que bien han podido
ser invertidos en las urgentes adecuaciones de preservación in situ de las
piezas de San Agustín?
Queda por iniciar
una discusión muy seria y con implicaciones penales sobre el daño hecho en el
proceso de desmonte a las esculturas del Bosque de las Estatuas, sobre lo que se
preguntó en el coloquio pero no hubo respuesta.
Y por último la
gran pregunta ¿cuándo, señores del ICANH, se va a iniciar alguna acción para la
repatriación de las esculturas que reposan abandonadas en los depósitos del
Museo Etnológico de Berlín?
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo citar este artículo:
Ospina, Nadín. Breve relatoría del coloquio “¿De quién es el
patrimonio?”.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/relatoriadequieneselpatrimonio.html
2014
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